11 septiembre 2011

Yo le quería decir que el azar se parece al deseo,
que un beso es sólo un asalto y la cama es un ring de boxeo,
que las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan
se marchitan cuando las toca la sucia rutina.

Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera,
contarle que el universo era más ancho que sus caderas,
le dibujaba un mundo real no uno color de rosa,
pero ella prefería escuchar mentiras piadosas.

Y cuando por la quinta cerveza
le hablé de esa chica que me hizo perder
la cabeza estalló: "¿Vas a callarte de una vez, por favor?"

Y así fué como aprendí que historias de dos
conviene a veces mentir
que ciertos engaños son
narcóticos contra el mal de amor.

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